¿Quién lo diría? Evo Morales, el líder que alguna vez juró no aferrarse al poder, ha terminado por convertir su legado en una trampa para su propio partido. Y como en toda buena tragicomedia política, no podía faltar el heredero designado: Andrónico Rodríguez, presidente del Senado, discípulo leal y réplica política de Morales, que hoy repite gestos, discursos y acciones —como el bloqueo al ingreso de más de 1.800 millones de dólares de organismos internacionales— como si la historia no fuera más que una cinta en bucle. Cuando el ministro de Economía, Marcelo Montenegro, acusa a Evo de sabotear al país desde hace tres años, no está hablando solo del pasado: está advirtiendo sobre un presente donde el caudillo bloquea y su delfín legisla a conveniencia; donde el sabotaje se disfraza de revolución y la herencia política se convierte en una cadena, más que en una continuidad. El expresidente dejó de luchar contra el sistema para convertirse en su principal factor de desgaste.
En cumplimiento de la actividad 19 del calendario electoral, 10 organizaciones políticas presentaron ante el Tribunal Supremo Electoral (TSE) las actas notariadas de acreditación de la elección de candidaturas de acuerdo a sus normas estatutarias internas.